La migración ha sido, en diferentes momentos de la historia, un factor principal para determinar el devenir de los pueblos. En el caso de Fuentestrún, la migración de ida y vuelta a Chile, ha marcado las historias de muchas de sus familias.
En la de Marisa, los vínculos con Chile son parte de su ADN. Su padre era de Fuentestrún y su madre, Chilena. Se conocieron en Santiago de Chile, cuando el padre de Marisa, siguiendo los pasos de su tío Lorenzo, se fue al país latino en busca de un futuro mejor. Con el tiempo, volvieron al pueblo y, sus hijos e hijas, entre ellos Marisa, Anice, Aida y Fátima, que conocimos en nuestra visita, crecieron en Fuentestrún. Sin embargo, el vínculo con Chile siempre se mantuvo vivo en su casa, donde se celebraba cada carta, foto y visita, es un vínculo que no se ha roto. Marisa y, prácticamente todas sus hermanas y hermanos han visitado en algún momento a sus familiares al otro lado del charco y siguen manteniendo un vínculo estrecho.
Otro dato curioso, es que esta relación con Chile, además de ser palpable en las familias, se observa en otras cuestiones, como son las demográficas o las culturales. Nos contaron que fueron tantos los fuentestrunos que emigraron a Chile, que gracias a la doble nacionalidad, el número de personas residentes en el extranjero con derecho a voto en las elecciones municipales, supera al de empadronados. Además, la comunidad chilena, allá en su país, ha seguido manteniendo costumbres, tradiciones, bailes e incluso festejando las fiestas de San Pedro, tan propias de Fuentestrún.
Sin duda las raíces de Fuentestrún se mantienen gracias a su comunidad, dentro y fuera del pueblo.