El sábado, el penúltimo día de nuestra visita en Beizama, Feli se acercó a hacerse el retrato. Nos dijo que era del caserío que se encuentra en frente de la plaza donde estábamos instalados, la plaza principal del pueblo. Desde la primera vez que visitamos Beizama, nos llamó la atención el portón de su garaje, por su enorme cristalera y por una puerta que se abre en zigzag. Nos explicó que ese garaje lo hicieron para los autobuses de su padre, y es que en su día, llegaron a tener dos autobuses grandes y un microbús para ofrecer el servicio de bajar a Tolosa o a Azpeitia, principalmente en los día de feria. En aquella época, Beizama tenía muchos más habitantes y bajar a la feria era una actividad semanal indispensable, ya fuese para vender sus productos o para comprar otros. Los lunes bajaban los hombres para la feria del ganado y los sábados las mujeres al mercado.
Lo que verdaderamente nos fascinó de ella es el hecho de haber sido una de las conductoras de autobús. En aquel entonces, nos contaba, no existía la DGT que conocemos hoy, y las expediciones de licencias de conducción funcionaban de otra manera. Sin embargo, en cuanto Tráfico inició su andadura, ella fue de las primeras mujeres en conseguir la licencia de conducción para autobuses. ¡Una mujer muy adelanta a su tiempo!