Montserrat es de la generación de jóvenes que tuvieron que salir de su pueblo para buscarse la vida en unos años poco amables.
Se fue de Vallanca a Barcelona en 1969, para estudiar “Administrativo y oficinas” donde aprendió entre otras cosas, mecanografía. Fueron muchas las personas y familias que migraron hacia Barcelona para estudiar y/o trabajar, en busca de una vida mejor.
Volviendo a la historia, a su regreso, en marzo de 1970 y se dedicó a las tareas del campo. Vallanca siempre ha contado con unas huertas estupendas y unos nogales centenarios.
Fue poco después, en 1972, cuando viajó a Francia por la vendimia. Se fue junto al que, más tarde, sería su marido, Mariano. Mariano llevaba ya un tiempo yendo al campo francés a trabajar.
Al principio, solo iba el mes de septiembre, pero después comenzó a enlazar tres temporadas: la de la cereza, el albaricoque y la uva.
Montse estuvo yendo a vendimiar a Francia durante 12 o 13 años. Mariano, 17. Hacia el final de aquella época de idas y venidas, en 1982 se casaron.
Por lo que nos contaron, los franceses les tenían muy bien considerados a los jornaleros españoles, por ser muy eficientes en el trabajo (y porque cobraban menos que los jornaleros locales, claro). A pesar de eso, nos contaron que les pagaban bien, se les pagaba por igual tanto a hombres como a mujeres y les salía a rentable ir a hacer la temporada. Explicaba Montse que nunca le trataron diferente por ser mujer. Trabajaban igual, cobraban igual.
Se integraron muy bien por tierras francesas. Montse aprendió a hablar un poco de francés, pero sobre todo destacaba que, era capaz de entenderlo todo y que se hacía entender sin ningún problema.
Les tocó trabajar duro en la vendimia, pero tiene muy buenos recuerdos. Tenían momentos para disfrutar más allá del trabajo. Jugar al guiñote o pasear para conocer el entorno y las construcciones de la zona, eran sus entretenimientos, entre tantas jornadas de trabajo.
El peor recuerdo de la época, fue tener que soportar la cantidad de mosquitos que les comían en los calurosos veranos… ser ríe con pocas ganas, recordando ¡cómo se tenían que untar de vinagre para ahuyentarlos!
Cuando se acabó la etapa francesa y regresaron al pueblo, Montse continuó dedicándose al campo y a las labores de casa.
Recuerda con cierta añoranza aquellos años. Intuimos que por la juventud, pero también por la oportunidad que suponía salir del pueblo y poder ganarse la vida bien.