Miren fue la primera persona de Kuartango con la que nos encontramos al llegar. Nos enseñó Kuartango Lab y nos habló de su pasado como balneario e internado, pero lo que más nos cautivó fue su visión del presente y futuro del edificio. Conseguir financiación para un proyecto tan ambicioso en un municipio tan pequeño, es todo un reto.
Mientras charlábamos, su móvil sonó como si fuera una alarma nuclear. Nos contó que aunque es fisioterapeuta titulada, desde hace unos meses gestiona una empresa de pollos camperos. La alarma era un aviso de que los pollos se estaban quedando sin pienso, y en cuestión de minutos, desde su móvil, lo solucionó sin perder el hilo de la conversación.
Normalmente, solemos identificar a las personas por su profesión: el panadero, la doctora, el entrenador… pero Miren no encaja en ninguna etiqueta. No es solo la criadora de gallinas, ni la alcaldesa de Kuartango, ni tampoco la ganadera que cuida de una raza autóctona de burras en peligro de extinción, las de las Encartaciones. Además de todo eso, es madre, emprendedora, y a una edad sorprendentemente joven.
Encontrarnos con personas como Miren es una fuente de inspiración. Su forma de vivir demuestra que el mundo rural no solo ofrece desafíos, sino también oportunidades para aquellos que están dispuestos a aprovecharlas.
En la fotografía, posa con una de sus 34 burras, Sofi, quien al finalizar la sesión, no dudó en “dejar su huella” en el estudio.