HASTA EL ALMA
Cuando desde la atalaya
que conforma mi terraza
miro al horizonte y veo
lo cambiado que está todo
mi alma cae por los suelos.
Me pregunto:
¿Dónde está la labrantía
que labradores y yuntas
(con sus idas y venidas)
la surcan de punta a punta
a lo largo de sus vidas?
Desapareció ya toda.
Y, aquella marea verde
de cabeceantes espigas
que el suave viento las mece
Está desaparecida
¿Dónde están las Noches Buenas
con albaladas a las mozas
(de mejor o peor trova)
que los mozos les cantaban
al suyo modo y manera?
Desaparecieron todas
como en otoño las hojas.
¿Y por qué tanto lo añoras
cuando el progreso es así?
No estoy en contra de él,
pero hay maneras mil
que deberían valer.
Aquello entró en mi alma
y sigue enquistado ahí
y me hace sentir, ¡feliz!
–
Clemente y María, su mujer, se acercaron a retratarse. Mientras estábamos conversando, Clemente se arrancó a recitar poemas propios. Nos confesó, que “todo esto sale de aquí”, poniendo su mano en el pecho. Pura emoción. Nos dejó a todos impresionados, por su prodigiosa memoria y lo humano de su sensibilidad.
Esta poesía fue la primera que nos recitó. Le pedimos si podría prestárnosla para compartirla. Todo un regalo.