En esta ocasión el prejuicio hizo acto de presencia, y es que a Cecilio no le pedimos su email para enviarle la fotografía, dando por hecho, muy equivocadamente, que por su edad no utilizaría el correo electrónico.
No sólo estábamos equivocados en eso, sino que ha sido usuario de ordenadores desde hace décadas y que por supuesto, tiene ordenador.
Más allá de esta anécdota, nos quiso compartir unas líneas que escribió sobre cómo era la vida en el pueblo en su infancia, cuando todavía trabajaba como conductor de autobús.
Son muchas cosas las que nos contó: desde que con 13 años ya salían de la escuela a trabajar, nos explicó lo que era un bardal y una sierra de San José, también cómo hacían la colada en comunidad, que los nabos plantados eran para los animales, o que después de la guerra el ejército alquilaba maquinaria para el campo o que en su etapa de pastor, tenían unos perros que eran un poco inútiles…
Hay tantos detalles interesantes que hemos decidido compartiros la conversación entera.
Ceci, muchísimas gracias por tu generosidad y buen humor.